Ramas del derecho

El derecho se ha dividido, desde la época del Imperio Romano, en dos ramas del derecho fundamentales, el derecho público y el derecho privado. Pues bien, estas dos ramas del derecho recogen todas las leyes y reglas de conducta y dirección generadas por un estado cualquiera para sentar las bases necesarias para lograr una convivencia cómoda y próspera en sociedad.

Mientras que el derecho público se encarga de lo que guarda relación con las estructuras estatales y sus específicas relaciones con los individuos, la segunda de las ramas del derecho, el derecho privado, por su parte, es aplicable siempre que el estado no actúe como un miembro superior en un sentido jerárquico y, por ende, se encuentre en el mismo plano de igualdad, en sentido jurídico, que el ciudadano.

En cuanto tal, el derecho público suele dividirse igualmente en otras seis ramas, que son: el derecho penal, el derecho tributario, el derecho procesal, el derecho laboral, el derecho penal, el derecho constitucional y el derecho administrativo, mientras que el derecho privado se divide en dos ramas del derecho, que son el derecho mercantil y el derecho civil, como es bien sabido.

Durante los últimos años han ido apareciendo, a raíz de nuevos problemas previamente no tratados, al menos no con tanta profundidad, que suelen englobarse bajo el rótulo excesivamente genérico y ambiguo de derecho social, que es una rama de normas y pautas que establece los principios de protección y custodia de los miembros más débiles de cada sociedad para que sus derechos se vean igualmente respetados y cumplidos en un estado de derecho. Tenemos así, por ejemplo, el derecho ambiental, que se ocupa de recoger todas aquellas normas que estipulan el trato que ha de darse al medio ambiente para permitir y lograr su sostenibilidad en el tiempo y su perduración para beneficio de las generaciones futuras.

Existen, claro está, otras muchas ramas del derecho que podríamos citar en este momento, pero lo cierto es que la taxonomía antes planteada es la de uso más común en la mayoría de países del mundo, especialmente en los propios de la tradición occidental que tienen un gran tronco cultural común que es perceptible todavía hoy en día.

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